04 May Tren Termal: Si no tienes tiempo, invéntalo.
Todo puede esperar. Aunque a veces lo ignoremos. Un hombre sabio dijo una vez: “Somos tiempo. Decir que no tenemos tiempo es renunciar a nuestra propia existencia”. Lo confieso, a veces lo hago. Decirlo. Así, sin más. No tengo tiempo, no me da tiempo, necesito que el día tenga más horas… Falso. Todo son prioridades. Lo que sucede es que a veces se nos olvida que nosotros mismos tenemos que ser una de ellas.
Hace unas semanas, tuve el inmenso placer de pasar un fin de semana de descanso en Calatayud. Y fíjate, ¡hasta pensaba que no me daría tiempo a ir! A veces pienso que estamos enfermos de prisa. Presos del ritmo. Endebles y frenéticos. Anoréxicamente respiramos, “malcomemos” e “infradormimos”. Esqueléticamente contestamos emails a las tantas, balbuceamos por whatsapp conversaciones vacías. Escupimos tweets o reciclamos historias para hablar de Klout, de Bots, de Kred, de ROI…
Basta, me voy.
Un nuevo trayecto, en el que el destino es lo de menos, se aproximaba lentamente: Tren Termal emanaba del cielo, de la roca inerte, de la tierra viva donde florece la calma. De la quietud del agua suspendida. De su estrépito cuando su volumen se desborda. Agua con agua y tierra detenidas en lugares donde el wifi ni se echa de menos. Ni molesta, ni incordia.
Una idea sencilla: Un fin de semana, un balneario, un viaje de ida y vuelta, una visita a Calatayud y ruta memorable a las cascadas y los senderos esmeralda del Monasterio de Piedra. Impecable. Todo un lujo por 135 míseros euros. Todo un acierto, sin duda. Echa un vistazo a la web de Renfe y escápate. O encuéntrate, como prefieras.
Levántate tarde. Pasea. Detente. Camina. Siente las burbujas o el aire. Descubre lo cerca que puedes estar de lo inesperado. Deja que flote tu cuerpo. Tira el redbull y silencia el móvil. Escápate con quien sea, incluso contigo mismo. Déjalo todo. Tranquilo, seguirá ahí cuando vuelvas. Pon rumbo al tren. Pero con calma, que es termal. Y, simplemente, respira. Porque cuando vuelvas te darás cuenta de que todo, absolutamente todo, puede esperar.
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